Cuando comencé a trabajar en casa lo hacía con la referencia de los precios que me pagaban en la empresa con la que trabajaba, además, he de decir que, aunque el precio lo puso el cliente, fue muy justo con la retribución y las condiciones. Es una auténtica maravilla comenzar trabajando con profesionales así. Una maravilla, y casi una lotería, por lo poco frecuente que es.
Cuando me planteé comenzar a trabajar en casa como un proyecto a largo plazo, hice lo que hacemos todos: Preguntar a Google.
Mi consulta tuvo, principalmente, dos grupos de respuestas:
Blogs de “expertos” en el mundo del trabajo en casa
El primer grupo hablaba de las maravillas del trabajo en casa, de presupuestos desorbitados, de clientes internacionales, de facturas con numerosos ceros y, sobre todo, de la libertad de la que gozaban. ¡Muchos de ellos apenas trabajaban unas horas al día!
Ya por entonces a mí aquello me sonaba a cuento chino, y eso que apenas me estaba adentrando en este mundillo.
Plataformas de trabajo freelance
En el segundo grupo, en cambio, me topaba con la realidad del mundo freelance: clientes con grandes exigencias, con muchos requisitos para cumplir, pero con presupuestos que no mecerían ni el tiempo de la lectura de las ofertas.
Con la primera casi me ofendí, con la segunda, me enfadé, pero cuando vi que la tercera y la cuarta iban en la misma línea, empecé a entender que esta era una realidad del trabajo en casa de lo más extendida: aprovecharse de la competitividad entre profesionales para buscar al freelance más barato.
De hecho, cuando por curiosidad, para cerciorarte de que los precios estaban bien, que no había errores, escribía a alguna empresa, recuerdo que casi siempre justificaban sus precios con un:
- “Bueno, quien lo llevaba antes lo hacía en apenas 15 minutos”
- “Es que este trabajo se hace muy rápido”
- “Estamos buscando a alguien que esté empezando y que lo desarrolle en sus ratos libres”
- “Sabemos que hay mucha competencia y buscamos al freelance más barato”
El miedo a ser el freelance más barato o no ser nada
La verdad es que hubo un momento en el que empecé a sentirme frustrada, y hasta a desmotivarme preguntándome si, en realidad era culpa mía, si mi forma de trabajar era muy lenta, si había algo que me distraía, si no sabía cómo gestionar mi tiempo o si estaba desactualizada como consecuencia de trabajar desde casa y me estaba quedando obsoleta.
Clientes satisfechos
Sin embargo, nunca había recibido quejas de ello, más bien todo lo contrario, siempre me han felicitado por mi predisposición y mi diligencia a la hora de cumplir con las tareas y de entregar los plazos siempre a tiempo, incluso cuando se trata de entregas urgentes.
Información y picar puerta
Por suerte, y como ya he reconocido en alguna ocasión, decidí guiarme por la información que tenía trabajando como personal de empresa y optar por contactar directamente con los clientes para ofrecerles mis servicios. En cualquier caso, mi intención era tener un trabajo en casa del que vivir, pero tenía algunos clientes eventuales de mi periodo anterior, así que tenía algo en lo que apoyarme.
Email marketing
Y de este modo, aunque no todo fueron experiencias positivas empecé a encontrar pequeños éxitos de mis campañas de email marketing – aunque yo no era consciente de que fueran tales – y empecé a ver algunos nuevos proyectos.
Aun ahora, después de muchos años, y aunque los problemas iniciales ya son cosa del pasado para mí, veo que la situación no ha cambiado o, si lo ha hecho, ha sido para peor. Gracias al blog, recibo muchos mensajes de freelances novatos y de quienes se inician en el trabajo desde casa que me hacen consultas sobre precios y tarifas, y no puedo evitar sonreír (por no llorar) cuando me preguntan cosas como:
¿Cómo puede ser que en este artículo digan que cobran tanto por sus proyectos y luego a mí me ofrezcan trabajos por la centésima parte?
Y es que la diferencia entre lo que algunos dicen ganar y los precios reales del mercado es bastante dispar. Ojo, que no digo que mientan, a medida que se crece profesionalmente, llegan nuevas oportunidades, pero creo que en los inicios hay que dar certezas, y mostrar que los presupuestos interesantes llegarán, pero hay que empezar por indicar cuánto están dispuestos a pagar los clientes “buenos” a un novato y cuáles son las tarifas que nunca se deberían aceptar. En definitiva como no ser el freelance más barato y, a pesar de ello, tener proyectos.
Consejos para realizar un buen cálculo de la primera tarifa y no ser el freelance más barato
Informarse sobre los precios en el sector para no ser el freelance más barato
Informarse es siempre el primer paso para saber cómo están los precios en el sector y cuánto están dispuestos a pagar los clientes. Lo ideal es buscar tanta información como sea posible, para tener una visión más real. Plataformas de empleo, webs de profesionales, precios de agencias e, incluso, información sobre las nóminas de trabajadores en plantilla pueden ser una buena base para saber cómo está el mercado.
A partir de ahí se puede elaborar una comparativa de precios para establecer por dónde comenzar a calcular la primera tarifa.
Tener siempre tarifas
Porque siempre hay que tener tarifas. Ya he dicho que para mi primer proyecto fue el cliente quien me propuso el precio, sin embargo, yo trabajaba en una empresa y el precio que me ofrecieron para este proyecto externo era muy similar a mi nómina, también he dicho que ahora lo considero casi una suerte, porque muchos se aprovechan de la falta de experiencia y conocimientos (en cuanto a precios) de los novatos.
Cuando el cliente es una agencia, puede que las tarifas estén dentro de un rango de precios y, aunque quizás sean algo bajas, lo más normal es que sean las que aplican a todos los colaboradores. En este caso, se puede valorar la posibilidad de aceptarlas, siempre y cuando no se desvíen demasiado de las propias y/o se consigan otras ventajas. En este caso, se puede valorar si las tarifas están dentro del rango de precios que se aceptan, o se puede negociar.
Hacer una estimación “real” de los servicios y no ser el freelance más barato
Y sobre todo, se aprovechan proponiendo kun proyecto que parece sencillo y con un precio también “sencillo”, pero que después se va complicando en cuanto a tareas para el freelance, eso sí, el presupuesto, no se complicada nada de nada, sino que permanece estable… Este es uno de los errores clásicos por los que casi todos los freelance pasamos al principio, aunque nos suele servir de aprendizaje.
Así que, al igual que se elabora una lista de precios, se debería elaborar una lista muy detallada de los servicios que se ofrecerán, incluyendo esas pequeñas tareas que parece que no cuestan nada, o que llevan poco tiempo… ¡Al final todos los proyectos llevan más tiempo, esfuerzo y recursos de los que se espera! Así que mejor preverlo todo en el precio.
Perder el miedo a los periodos de baja demanda
Si hay algo que me llama mucho la atención de los grandes referentes del mundo freelance, del trabajo en casa y del autoempleo es que siempre muestran una imagen de profesional ocupado los 365 días del año y que siempre está embarcado en grandes proyectos.
No digo que no sea verdad, pero lo que muy pocos dicen es que no siempre esos proyectos son laborales. ¿Por qué? Pues porque en todos los sectores hay periodos en los que la demanda es muy alta, y en los que parece que todas las horas son pocas para dedicar al trabajo; pero hay otras en las que, por los motivos que sea (cada sector tiene su funcionamiento) la demanda cae.
Igual que el freelance acaba aprendiendo cuáles son estos periodos después de un par de temporadas, también hay empresas que saben aprovechar esta situación (y el miedo que produce quedarse de repente sin trabajo) para pulular por las bandejas de correo de los freelance en busca de buenos profesionales noveles a los que ofrecer trabajos por tarifas muy bajas, seguros de que encontrarán buenos profesionales que, por la necesidad de trabajar, aceptarán cualquier precio y, además, tendrán muchísima disponibilidad.
En mi opinión esta es uno de los grandes problemas que afronta el freelance: el miedo a los periodos de baja demanda, yo aprendí a superarlo con un sistema de ahorro porque creo que más miedo que no tener trabajo si no se aceptan los precios más bajos, lo que hay que temer es convertirse en un freelance que vive para trabajar.
Cómo calcular la primera tarifa bien
No siempre es fácil tarifar un trabajo o un proyecto, sobre todo, no lo es cuando no se conoce bien el sector, así que para mí es dificilísimo dar orientación si no se trata de mi sector.
Aunque una buena solución puede ser comenzar a partir de una tarifa por hora de trabajo como referencia según el sector o profesión.
Ejemplo de cálculo de tarifas freelance
Pues eso, como orientación para saber puede estar bien hacer un cálculo similar.
Es más, hay que tener en cuenta que:
- un freelance no siempre tendrá trabajo continuamente;
- que no todo van a ser ganancias, porque hay cosas que pagar,
- que parte de las funciones del trabajo no son el propio trabajo sino búsqueda, formación, contacto con los clientes
Así que trabajar en casa barato no conviene porque al final, del presupuesto, hay que quitar la parte de los pagos, la parte de las horas invertidas en actividades que no aportan ganancias directamente y, además, yo recomendaría no olvidar, la parte del ahorro.
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[…] dífícil también puede ser encontrar proyectos y conseguir que me contraten por ser bueno, no por ser barato. O, dicho de otra forma, que los precios de los proyectos se correspondan con la calidad y la […]
Las tarifas!!!! Vaya marrón. Sobre todo las primeras aunque luego se suaviza. La verdad es que hay muchas formas de calcularlas. Como base tomo una calculadora freelance. Una buena herramienta. Pero no es una ciencia exacta y siempre depende de qué es lo que el cliente necesita. No es lo mismo un cliente con un solo trabajo/proyecto que un cliente que cuenta contigo para varios trabajos/proyectos. Me fijo en lo que se cobra en el sector para orientarme aunque yo sé el tiempo que empleo por lo que mis tarifas no han de coincidir con el sector. Y sobre todo, nunca jamás, realizar “bajada de pantalones” por miedo a perder el proyecto. Los freelance debemos siempre valorarnos. Sabemos lo que somos y lo que nos ha costado y nos cuesta haber llegado hasta aquí. Se pierden por precio?? Si, seguro. Pero prefiero perderlo a meterme en un trabajo en el que comienzo pensando que voy a trabajar horas que no voy a cobrar. Ya empiezas con un mal rollito. Yo tengo que estar en renovación constante por lo que ya asumo muchas horas en el año de formación. Valoremos lo que somos. Valoremos nuestros esfuerzos. Circulaba por internet un “cartelito” con frase muy adecuado para el momento y dice: “NO COBRO POR LO QUE HAGO. COBRO POR LO QUE SE”. Saludos cordiales
[…] Un freelance no es solo un profesional en su sector, ten claro que además será en muchos casos, el departamento de marketing, el de comunicaciones, el de venta, el de atención al cliente, y puede que hasta el personal de limpieza. Hay que saber el valor real de cada hora de trabajo y un ejercicio para calcular el valor de la hora de trabajo […]
Información más que útil. Más cuando nos vemos desbordados con tantos cálculos y pocos resultados. Muchas gracias!
El tema de la primera tarifa es bastantw complicado, igual que el de presentar los primeros presupuestos, de hecho, lo fácil es que estos sean los primeros errores 😉
Saludos
Este post es genial y muy útil. Además, ronda por internet una calculadora muy chula, ¿te suena? Si quieres te busco el enlace.
Conozco la calculadora, y me parece que está muy bien. Ya hay varios recursos que nos ayudan a los freelance a tenerlo un poco más claro y a apostar por dar valor a nuestro perfil, yo hace poco descubrí también una plataforma que apunta hacia lo mismo, tarifas más justas, de momento estoy haciendo trabajo de campo para ver cómo funciona (mis experiencias con plataformas hasta ahora siempre han sido malas), pero se agradece de momento que no sea la típica en la que se lucha “regalando” el trabajo con tal de coseguir un proyecto y “obliguen” a establecer una tarifa mínima diaria bastante alta.
Un saludo
Hola María
Yo no calcularía la tarifa por horas, sino por trabajo acabado. Cuando se conoce un sector, se puede hacer uno la idea de cómo están los precios.
Pero una cosa es tu salario y otra muy distinta la factura que cobra la empresa por tu trabajo. Y en dicha factura va incluido el trabajo de tus jefes… ¿por qué no incluir también eso ahora que eres tu propio jefe?
La organización del trabajo también se lleva su tiempo y ese tiempo también hay que cobrarlo. Hay que cambiar el chip de freelancer por el de profesional autónomo. Al principio puede dar un poco de miedo, pero si tu trabajo vale algo más que la media, más pronto que tarde, encontrarás los clientes que estén a tu altura.
Con buenos clientes que paguen bien, no hay que perder el tiempo buscando nuevos clientes. Y el sistema de ahorro se acabará convirtiendo en una lista de espera.
Un abrazo
Hola:
Me encanta la idea del “profesional autónomo”, coincide completamente con los objetivos de este blog. Un ejercicio de revalorización del propio perfil y de las propias competencias que empieza por “creérnoslo” nosotros y que se extiende hacia las empresas/clientes y hacia la sociedad.
La idea de la tarifa horaria a mí tampoco me gusta en exceso de cara al presupuesto; sin embargo, creo que puede formar parte de la propia idea del profesional autónomo, una forma de conocer cuál es el valor que tiene cada hora de trabajo, o cada jornada. Personalmente trabajo por proyecto con cálculo previo del precio final, así que tengo que afinar mucho y prever “imprevistos” porque el precio pactado será el que el cliente pague salvo excepciones muy concretas, así funciona mi sector; sin embargo, aun es habitual que los clientes soliciten precio por hora, aunque sea como estimación para elegir o descartar según rangos de precios.
Lo de buscar clientes… Cada sector funciona de una forma muy concreta, y en el mío, siempre hay que estar buscando porque las empresas van cambiando y, de repente, la más fiable puede dejar de enviar proyectos por el motivo que sea (centrarse en nuevos mercados, cambio de proveedores, cambio de clientes, finalización de un contrato de colaboración…). Tengo algunas con las que trabajo desde 2013, pero también a lo largo de los años me han abandonado otras por los motivos más variados, algunas han vuelto si lo han necesitado, pero otras, no.
Un saludo