Agosto llega y por aquí todo el mundo se va de vacaciones. Bueno, todo el mundo menos los pocos que nos quedamos trabajando en agosto en caso, en las empresas, y en las pocas tiendas que permanecen abiertas en nuestras respectivas ciudades. Así pasamos un mes en una ciudad desierta y contemplando cómo otros disfrutan de sus vacaciones, lo bueno es que nosotros podemos aprovechar unos días sin mucho tráfico, sin colas en los supermercados y demás…

Verano no es sinónimo de parón para freelancers, de hecho, el cambio de estación trae consigo nuevos proyectos en el horizonte, oportunidades que son interesantes porque son trabajo, pero sobre todo porque son grandes proyectos con plazos de entrega muy precisos. Pero del periodo estival en el universo freelancer ya hable en ¿Qué pasa con el trabajo en casa durante el verano?
Pero cuando julio empieza, se crea una curiosa mezcla entre relax por las jornadas intensivas, que los contactos de empresa ya tienen cerca las vacaciones, y tensión, porque todos los proyectos llevan la coletilla “urgente”.
Esta situación aumenta a medida que julio avanza, y tiene como momento clave la última semana de julio y la primera de agosto, en la que “urgente” “prisa” o “rapidez” están muy demandadas.
Lo bueno y lo malo de trabajar desde casa en agosto
Se apunta al 1 de agosto como día en el que más gente inicia de vacaciones, aunque sinceramente la mayoría de empresas con las que trabajo hacen coincidir el inicio de las vacaciones con el primer viernes de agosto, así dejan cerrados todos los proyectos.
En cualquier caso, para mí, las dos semanas antes de las vacaciones de los clientes son un una auténtica prueba de valor de mi sistema de organización, de mi capacidad de organización y de la gestión del tiempo. ¿Es eso malo? No. Y es que puede parecer que hay cosas malas de trabajar en casa, pero también hay aspectos positivos…
Comencemos por lo malo de trabajar desde casa en agosto
Pagos pospuestos hasta septiembre
Las vacaciones, el cierre de los proyectos pendientes, la preparación para la vuelta… Hay muchas cosas que las empresas clientes tienen que recordar antes de marcharse de vacaciones y echar el cierre durante todo un mes, así que entre las cosas importantes no suele incluirse el pago de las facturas del freelance. Vamos, que agosto no es un mes muy boyante para mi economía…

Ya llegará septiembre y todo el esfuerzo será recompensado en forma de pago de todas las facturas pendientes. De hecho, en lugar de desesperarme, ya considero septiembre como el mes en el que recibo paga extraordinaria, porque se me acumulan los pagos de dos meses de trabajo.
Tiempos de entrega más ajustados.
Siempre trabajo con un ojo puesto en el calendario, pero en esta época del año no solo me indican el día de entrega, también la hora. Como los trabajos son urgentes, pero el personal se marcha de vacaciones, suelen darme hasta el último minuto para realizar el trabajo, así que tengo que organizar muy bien el tiempo. No me gusta entregar los proyectos en el último minuto, por si hay que corregir, modificar, cambiar… Así que tengo que gestionar muchas más alarmas y mi escritorio se llena de post-it.
Confirmación de proyectos de trabajo en casa antes… o no
No me despido del proyecto cuando lo envío, sino cuando recibo la confirmación de recepción del cliente. Pero en los últimos días, con tantas cosas pendientes como tienen, es frecuente que los emails se tarden en leer, así que tengo que prestar especial atención para asegurarme de tener la confirmación y, si no llega en un plazo razonable, preguntar. En alguna ocasión, he tenido algún problemilla por emails enviados, pero que los clientes no han visto, así que ahora prefiero asegurarme con tiempo.
Sola ante el peligro
Las entregas a finales de julio, antes de las vacaciones son una carrera de velocidad, pero siempre está la ventaja de tener a alguien de referencia a quien preguntar. Pero cuando el proyecto se entrega a la vuelta de las vacaciones, en caso de duda, ¿A quién pregunto? Sin duda, lo peor de este periodo es tener que realizar un proyecto sin poder contar con respaldo de la empresa, porque pueden surgir problemas, dudas u otras eventualidades, y hay que tirar de imaginación y recursos, demostrando las habilidades para tomar decisiones acertadas, para que el proyecto avance.
Aunque también tiene cosas buenas…
Sí a los presupuesto
Con la urgencia como necesidad, las empresas no pueden permitirse perder tiempo en cosas tan insignificantes como regatear los presupuesto o pedir descuentos. Las negociaciones son muy rápidas, el porcentaje de presupuestos descartados es inferior y, por lo tanto, se reduce el número de esos proyectos de los que nunca más se sabe en cuanto se les da un precio…
La consideración de trabajar en casa como urgente
No soy yo, sino que son las empresas las que entienden que sus proyectos son urgentes, que tengo que ampliar horarios para entregarlos antes de las vacaciones, así que no necesito justificar el porqué de considerar los trabajos como urgentes, y de añadir el correspondiente plus.
Un buen mes para trabajar desde casa
Lejos de ser un mes de desesperarse esperando que algún proyecto llegue, agosto es un mes en el que siempre tengo varios proyectos abiertos y, aunque sé que la mayoría de los clientes no contactarán en todo el mes – o hasta finales – así que puedo concentrarme más en el trabajo y las jornadas me resultan muy productivas.
Aunque lo mejor de todo es pensar que, cuando el resto vuelva de sus vacaciones y esté con el estrés pos vacacional será cuando yo pueda disfrutar de mi tiempo de desconexión del trabajar en casa.
Me pasa algo parecido a ti; por ejemplo, este verano es cuando más trabajo estoy teniendo en comparación con el resto de meses y paso bastante tiempo delante del ordenador , pero no hay nada que no se pueda sobrellevar mientras comes helado, comprobado jaja
Un abrazo 😉
Jajaja. El helado, uno de esos pequeños placeres de quienes trabajamos desde el hogar, además, son asequibles incluso cuando los clientes se piran de vacaciones y se olvidan de pagar antes 😉